De singular importancia y de loable origen resulta ser el movimiento feminista que a través de la historia ha surgido para luchar, en principio por las prácticas opresivas y en los últimos tiempos por la lucha de lograr la igualdad y el reconocimiento de derechos.
El movimiento social feminista es importante diferenciarlo de un conglomerado social de mujeres que se reúne de manera independiente en torno a unas demandas particulares, y como elemento diferenciador de los mismos resulta imprescindible hacer referencia al concepto de identidad.
Por identidad se entiende la fuente de sentido y experiencia para la gente. Es el proceso de construcción del sentido, atendiendo a un atributo cultural, o un conjunto relacionado de atributos culturales, al que se da prioridad sobre el resto de las fuentes de sentido (El Poder de la Identidad, Barkeley, 1996). De suerte que si se logra ese objetivo podremos identificar cuando estamos frente a un movimiento social o frente a un grupo de personas individualmente consideradas.
Relevante resulta hacer esta diferenciación, pues el movimiento social feminista dará cuenta de un objetivo específico y concreto, que busca de manera solidaria la reivindicación de sus derechos en la sociedad y la eliminación de la discriminación por razones de género. En tanto el grupo de mujeres que no logre cohesionar su objetivo y no obtenga una identidad que la identifique frente a un conglomerado social, indefectiblemente estará solo destinado a resolver necesidades e intereses de mujeres, convirtiéndose en defensoras de simples roles, que en palabras del texto “El poder de la identidad” apunta a defender una función dentro de la sociedad, y no en la defensa de una identidad.
Ahora bien, determinado que se está frente a un movimiento social feminista y no de una reunión de mujeres, resulta imperioso establecer a que forma de proceso de construcción de identidad ha obedecido el movimiento social feminista, o mejor dicho, cuál proceso de construcción de identidad sería el adecuado para este movimiento social en especial.
El texto “El poder de la identidad” en el Capítulo 1 “Paraísos comunales: identidad y sentido en la sociedad red”, consagra tres procedimientos: 1) Identidad legitimadora introducida por las instituciones dominantes de la sociedad para extender y racionalizar su dominación frente a los actores sociales. 2) Identidad de resistencia generada por aquellos actores que se encuentran en posiciones estigmatizadas por la lógica de la dominación, por lo que construyen trincheras de residencia y supervivencia basadas en principios opuestos a los que impregnan las instituciones de la sociedad. 3) Identidad proyecto cuando los actores basándose en los materiales culturales de que disponen, construyen una nueva identidad que redefine su posición en la sociedad transformando toda la estructura social.
Desde las Revoluciones Francesa y Norteamericana que cambiaron el rumbo político y jurídico de occidente con notable incidencia en latinoamerica, los pueblos han estado marcado desde entonces por innumerables guerras civiles y mundiales, que han devastado poblados y dejado sepultados bajo tierra a gran parte de la única raza existente en la tierra que es la humanidad, todo por lograr la hegemonía y el poder mundial característico de una conducta egocéntrica y egoísta.
Para impedir que esto continúe, a lo largo de la historia han surgido movimientos sociales que si bien detentan legitimidad para conseguir su objetivo y a fe que muchos lo han logrado, otros por el contrario degeneran en formas de fanatismo y grupos violentos alejados del cambio social propuesto y por ende con la consecuencia pérdida de legitimación frente a la sociedad.
Es precisamente lo que no se quiere con los movimientos sociales feministas, es decir, que no degeneren en este tipo de movimientos, y para ello resulta aconsejable determinar como procedimiento para lograr su identidad el indicado en el numeral 3. Identidad proyecto. En efecto, este procedimiento produce sujetos y no individuos, por lo que resulta poco probable que desvíe el camino al cual van dirigidos, pues los individuos persiguen intereses particulares alejándose del principio de solidaridad propio de este tipo de movimientos sociales. Por lo demás, la construcción de la identidad a través de este procedimiento generado a través de elementos históricos y culturales, se dirige a un proyecto de vida transformador de la sociedad civil.
De inmediato surge la pregunta, ¿porqué no elegir alguno de los otros dos procedimientos, esto es, el de Identidad legitimadora y el de Identidad de resistencia? El de identidad legitimadora porque con este perdería su verdadera identidad de movimiento social y se convertiría en una institución estructural gubernamental que limitaría sus propósitos. El de identidad de resistencia no resulta ser el procedimiento adecuado, toda vez que propugna por proyectos radicales y fundamentalistas que producen como resultado exclusión de la sociedad civil, cuando lo que se busca es precisamente su inclusión.
JOSÉ IGNACIO ALZATE CADAVID
Código 0980810010
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