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sábado, 16 de abril de 2011

COMENTARIO SOBRE LA CEGUERA por Marta Cecilia Calle

En el ensayo sobre la ceguera, pudimos palpar cómo una situación, ajena a la voluntad de diversas personas, -con un papel determinado en la sociedad (médico, amas de casa, policías, niños, prostitutas, soldados, delincuentes, escritores, religiosos) -como lo es quedarse ciego sin más ni qué, tan sólo por esos azares del destino que se tornan en inexplicables, se ven avocados a enfrentar una serie de situaciones en las que se puede apreciar cuan bajo puede caer el ser humano, qué poco podemos llegar a valer cuando estamos  sometidos a una limitación, que en este caso lo fue física, pero que sabemos las hay de otras índoles, me refiero a las derivadas de  factores económicos, culturales, étnicos, religiosos. 

Es curioso que lo narrado en esa fascinante obra nos ponga a pensar que definitivamente en cada situación concreta, en cada espacio donde haya agrupación de seres humanos con determinadas características similares, siempre surgirá conflicto y siempre habrá quienes pretendan estar arriba y quienes tengan de manera obligatoria que permanecer debajo de esos que suelen abusar y tomarse el poder a costa de lo que sea. Cada vez se llega aún más a la certeza de que es innato en el ser humano, además de su instinto de supervivencia, esas ansias de poder;  y no importa la condición física basta que se presente la oportunidad para sacarlo a relucir (acá me refiero a los ciegos malos y abusivos que para que los demás pudiesen obtener algo de comida, pedían cosas a cambio, llegando al punto de canjear con los cuerpos de las mujeres y someterlas a los más crueles vejámenes).

Pero también existen seres humanos con espíritu de líder individuos que sienten solidariamente la injusticia y que creen que a través de una acción determinada es posible eliminar esas injusticias. Fue el caso de la mujer esposa del médico, que desde que decidió acompañar a su esposo hasta el manicomio donde fue llevado en cuarentena, despojada de cualquier interés individual, se atrevió, -fingiendo estar ciega también-,  a acompañarlo en semejante experiencia, siendo ella la que mostrando esa sensibilidad especial (de individuo solidario y líder), finalmente emprendió acciones efectivas para sacar o al menos tratar de hacerlo, no solo a su compañero, sino ese grupo con el que simpatizó, o mejor, cohesionó, de tanta situación de injusticia, indignidad y degradación y así lo hizo hasta el final, incluso estando fuera del manicomio, trató, de organizarse para poder soportar esa adversidad que debieron afrontar. 

Llama la atención también, de acuerdo a lo narrado en dicha obra, qué frágil es estructura de un estado o mejor, de un ente territorial. Cuando en nuestra cotidianidad se nos habla de ciudad, de país, de estado, siempre se nos viene a la mente lo físico, lo estructural, los edificios, los condominios, los establecimientos de comercio, pero difícilmente hacemos un análisis de que realmente los que los forman y hacen que además de tener ese determinado nombre, funcione como tal, es por sus habitantes, por las personas que lo integran. Bastó que al primer ciudadano le atacara el mal de la ceguera para que se empezara a formar inicialmente algo de desorden, y que inicialmente se tornó en nada que no se pudiese controlar de momento, pero cuando la cuestión se hace extensiva para todo tipo de ciudadanos, sin importar su raza,  nombre, sexo, condición ni su CARGO, ahí sí es donde surgen las dificultades porque sí toca concretamente lo que denominamos las INSTITUCIONES, se forma el caos y lo que era ciudad lo que era país, simple y llanamente se queda en el imaginario, se convierte apenas unas personas de ambulantes tratando de sobrevivir, y nada más.  Es así como viviríamos de no tener la organización con la que hoy día contamos, la que se formó de desde el surgimiento de la humanidad que se fue perfilando para formar el estado de derecho y ahora el estado social de derecho. 

Claro está que no todo funciona tan perfecto, cuando hablo de organización hablo tal vez de la apariencia de ello o del deber ser, porque bien sabemos y así  lo hemos comentado en las sesiones de clase, nuestra estructura del poder público desde siempre, ha estado permeada de aspectos negativos pero que se camuflan en una aparente sociedad democrática, y en un aparente estado social de derecho y en un aparente separación y autonomía de poderes.

Tal vez esa  ceguera a la que se refirió el autor es en la que vivimos, tratando de indicarnos de que sí, existen las diversas instituciones que componen nuestro sistema de nombre, pero a la final siempre han triunfado los anti valores en la conformación de las mismas como el clientelismo, la corrupción, el egoísmo, la sed de poder a costa de lo que sea. Siempre en la historia de Colombia, para que exista un cambio positivo, detrás ha venido un hecho horrendo (mucho peor que esa pandemia referida por José Saramago); sin embargo las cosas siguen, el tiempo sigue transcurriendo, se nos olvida y permitimos que eso nunca termine, viviendo en un mundo en el que aprendemos a defendernos como lo tuvieron que hacer los ciegos, a nuestro modo, desquitándole a esta o aquella situación negativa, limitándonos a la compasión momentánea de los que primeramente incurren en situaciones de desgracia (desplazamientos, muertes a personas inocentes, discriminaciones por motivo de raza, etnia,  sexo o religión, etc.), en fin, viviendo nuestro mundo, sin ver ni analizar más allá de nuestras narices y carentes de ese espíritu solidario, decidido y altruista como el de la mujer del médico. 

Sea pues ésta una invitación a que nos quitemos la venda y a no esperar a que nos ocurra una situación tan grave (peor que una pandemia) que sí toque realmente a cada uno de los habitantes de nuestro país, para que ahí sí abramos los ojos, sintamos la luz que realmente hemos tenido pero que nos negamos a ver y disfrutar, porque definitivamente será sólo allí,  cuando se toque a cada uno sin discriminación alguna que vamos a reaccionar y a no ser tan indiferentes frente a tanta injusticia y acto negativo que día a día degradan más al ser humano.  


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